Esta leyenda es una de las más antiguas que han llegado
a nuestros días, ya que data del siglo VIII
y es recogida en los manuscritos Lebor na huidre
y Yellow Book of Lecan. Su nombre original
en gaélico es: “Echtrae Conli”. Uno de los personajes de esta historia, Conn, el de las Cien Batallas, es uno de
los primeros reyes históricos de Irlanda,
coronado en el siglo 177 d.C. razón por la que este escrito se englobe dentro del ciclo histórico a pesar de
contener elementos claramente sobrenaturales
y mitológicos. Espero que os guste:
Un día, cuando Connla el Osado,
hijo de Conn el de las Cien batallas, estaba con su
padre y el druida de éste, en la colina de Usnech, vio a una bella mujer vestida de una forma un tanto
peculiar y extraña. Connla, extrañado de su presencia, le preguntó de dónde venía
a lo que la mujer le respondió:
-Vengo de la
Tierra de los Eternamente Vivos, donde no existe ni muerte, ni necesidades, ni
pecado. Vivimos en una fiesta eterna, sin necesidad de trabajar ni sufrir. La
paz reina entre nosotros, sin conflicto alguno. Un gran síd, es aquel donde
vivimos; por eso nos llaman “la gente del síd”.
El padre de Connla ni nadie más era capaz de ver a la mujer con lo cual, preocupado, le preguntó a su hijo
con quien estaba hablando. Connla apenas
pudo hablar, extasiado por la belleza de la enigmática mujer quien respondió
por él:
-El está hablando
con una joven y bella mujer de noble descendencia, que no conocerá la muerte ni
la vejez. Hace mucho tiempo que amo a Connla, y ahora lo emplazo a que se venga
conmigo a la Planicie de la felicidad (Mag Mell), donde nunca ha habido lloros
ni penas. ¡Ven conmigo Connla el Valiente! Si vienes conmigo tu silueta y
figura no disminuirán jamás en juventud y belleza.
Conn le ordenó entonces a su druida, llamado Corann, quien tampoco podía ver a la
mujer aunque sí la escuchaba, que detuviese a aquella mujer quien planeaba
raptar a su hijo de su lado. El druida entonó unos
cánticos mágicos contra la voz de la mujer, para que nadie pudiera
oírla, y Connla no la pudo ver más en aquella ocasión. Sin embargo, antes de
que la mujer se fuese de allí forzada por el potente canto del druida, arrojó hacia Connla una manzana.
Connla permaneció un mes en cama
sin comida ni bebida, ya que no hallaba alimento alguno digo de ser
consumido excepto lo que comía de aquella manzana; fruta que nunca disminuía de tamaño ya que permanecía siempre
entera.
Connla fue presa del deseo
por la mujer que había visto. El día que se cumplió un mes, el
estaba sentado con su padre en Mag Archommin, cuando
volvió a ver a la mujer caminando hacia él.
Ella le dijo:
¡Un triste asiento donde
descansa Connla!
Entre mortales de no muy
larga vida
esperando una terrible
muerte.
Los vivos e inmortales se
dirigen a ti
y te solicitan que vayas a
vivir con las gentes de Tethra (el Otro Mundo céltico).
Ellos te observan cada día
cuando estás en las reuniones,
de tu nativa tierra entre tus
queridos familiares.
Cuando Conn oyó la voz de la mujer, llamó a sus ayudantes para que le trajesen al
druida para callar a la mujer pero ésta le dijo:
-¡Oh Conn el de las Cien
Batallas!, poco es el amor y el respeto que las maravillosas tribus de Traig
Mor, la Gran Playa, tienen por los druidas; y cuando aplican sus leyes, éstas
dispersan los hechizos de sus labios.
Conn se preguntó entonces porqué su hijo no contestaba
a nada ni a nadie excepto cuando estaba allí la mujer.
-¿Connla, te ha tocado el corazón lo que dice esa mujer?-dijo
Conn.
-No es fácil para mí. Aunque amo mucho a mi gente,
el deseo por ella se ha apoderado de mí.
La mujer dijo:
El más difícil deseo tú
tratas de lograr, en contra de la ola de atracción que allí te impulsa.
Ése es, sin embargo, otro
país que no es fácil de alcanzar; lo veo ahora, que se pone el sol; aunque el
brillante sol ya cae en la distancia, alcanzar aún podremos, esa tierra, en
este día, en mi barco de cristal.
Ése es el país que da alegría
al corazón de cada uno que por allí camina.
No otro sexo mora allí sino
mujeres y doncellas.
Connla dio entonces un salto y se
subió al barco de cristal de la mujer. Las gentes vieron cómo se
iban alejando a lo lejos, en el horizonte.
Difícilmente pudieron ver ya sus ojos
a Connla y la doncella en su viaje por el mar. Desde
aquel día, nunca más fueron vistos de nuevo.