lunes, 30 de enero de 2012

Los animales celtas


Los celtas dependían de los animales para vivir, cazando los animales salvajes y domesticando los más sumisos. Como consecuencia los animales eran sacrificados en rituales los cuales implicaban a veces comer parte del cuerpo y otros en cambio, no se consumía parte alguna por representar el animal el símbolo inmaculado de sus cualidades y poderes mitológicos asociados a los dioses celtas. Llegó un punto en el que los propios celtas quisieron asumir como suyas las características de los animales que ellos admiraban. Para ellos ciertos animales eran especiales por sus cualidades y constituían todos los aspectos de su mundo.

La adopción de los símbolos de animales se convirtió en una práctica frecuente y honorable que entrañaba la poderosa creencia de que así se obtenían los atributos deseados del propio animal. Esta es la razón por la que los guerreros celtas llevaban en sus armaduras tallas de animales en bronce y cascos con claros adornos basados en todo tipo de animales, desde cuernos, o partes de aves o de cuadrúpedos. No es de extrañar, por tanto, que en sus leyendas y mitología los animales aparezcan frecuentemente como protagonistas y sea frecuente que los héroes e incluso dioses celtas utilicen la metamorfosis o el zoomorfismo para convertirse en un animal generalmente admirado y poderoso por sus cualidades. La diosa Morrigan, por ejemplo, solía convertirse en un oscuro cuervo, símbolo y preludio de la muerte de algún guerrero. En un altar en cambio, los animales representados a los lados de los dioses serían una alusión  a la figura primitiva de dioses ya que en tiempos ancestrales los celtas adoraban a la naturaleza como divinidad propiamente dicha y seguramente también lo hacían con los animales.

Efectivamente algunos grupos de pobladores celtas tomaban por nombre el animal sagrado con el que se identificaban. La tribu de los "Taurisci", Nathair, recibía esa denominación porque sus miembros estaban considerados como "el pueblo del Toro", los "Lugdunum" eran llamados así porque habitaban en la "colina del Cuervo", los "Ruidiobus" aparecían asociados al "Jabalí y al Ciervo", la tribu de los "Artogenos" eran los "hijos del Oso"y así sucesivamente. De esta manera los celtas practicaron lo que conocemos como totemismo, es decir el reconocimiento de un grupo como descendientes de un determinado animal.

Los animales que los celtas consideraban sagrados son los siguientes:


EL CIERVO: 


Soy Ciervo

Señor del Bosque y guía del chamán
Orgullosa es mi estampa, libre mi corazón

Soy Ciervo

Sube a mi grupa sin miedo y juntos nos adentraremos
en los sombríos bosques del Otro Mundo

Soy Ciervo

Deja que te muestre el Camino
que conduce a los Antepasados

El ciervo era la criatura más antigua existente para los celtas. Este animal fue asociado desde tiempos inmemoriales a Cernunnos, el dios de los animales y de la caza. Este dios, a veces tricéfalo, aparece frecuentemente acompañado por otros animales como serpientes, ciervos, perros, jabalís, toros o leones. Por esta razón fue llamado señor de los animales y es el dios más antiguo que se conoce ya que se ha descubierto en pinturas rupestres del Neolítico francés (gruta de los Troisfréres) como un hombre-animal que luce grandes astas de ciervo. Investigadores afirman que esta divinidad era el centro de rituales cuyo objetivo principal era mejorar la suerte, favorecer la caza y probablemente preservar el espacio para cazar.
El nombre de Cernunnos no significaba, como se creía “cornudo”; Cern significa “ángulo, punto saliente” con lo cual Cernunnos significaría algo así como “aquel cuya extremidad es como la de un ciervo. “

Cernunnos tenía una consorte femenina a menudo representada al lado de Cernunnos sujetando una cornucopia. Ambos se consideraban protectores de la naturaleza, creadores y alimentadores de los seres humanos, los animales y las grandes y dioses de la fertilidad y la regeneración.  Estas cualidades les son dadas por sus cuernos pues si recordamos que el ciervo pierde sus defensas en otoño y las recupera en primavera, entonces vemos claramente su carácter vinculado al rejuvenecimiento y renacimiento.

Algunos atribuyeron a Cernunnos el nombre de Dis Pater y según Cesar los celtas creían ser descendientes de este dios, tal era su importancia. Un detalle curioso es que este dios aparecía frecuentemente sentado con las piernas cruzadas en una posición muy parecida a la de Buda, lo que ha hecho que muchos historiadores reivindiquen el origen oriental de esta divinidad. Lo que sí está claro es que este dios es pre-celta, apareciendo a lo largo de la historia en muy variadas manifestaciones.

El ciervo, por tanto, simbolizaba la naturaleza salvaje, la fertilidad, abundancia y renovación. Además tiene un marcado carácter funerario pues se han encontrado representaciones de este animal en numerosas tumbas descubiertas y en objetos elaborados en terracota; incluso en el Mesolítico se encontró a difuntos que llevaban en la cabeza astas de ciervo;   no es casualidad que en la mitología celta este animal proceda del otro mundo. Según los celtas el ciervo sería un animal chamánico que se movía entre mundos y solía acompañar al druida o al héroe en la mitología en sus viajes al Otro Mundo además de escoltar a las almas al Otro Mundo.

Su cornamenta era símbolo de fuerza, relacionada con la fecundidad y la supervivencia y ahora veremos por qué.
Las luchas entre ciervos en la época de celo debieron impresionar a todo aquel que se atreviera a observarlas, y así como el macho vencedor quedaba como jefe de la manada, las astas quedaron asociadas con la fuerza del macho vencedor que adquiría el derecho de ser el único con derecho de copular con las hembras más fértiles.
Se sabe que en la época celta cristiana era tradición llevar máscaras de ciervo (“cervulum o cervura facere”) y que la iglesia trató por todos los medios de eliminar estas prácticas paganas. Además era frecuente ver amuletos circulares tallados en asta de ciervo con el fin de favorecer la suerte y obtener riqueza por lo que el ciervo obtuvo las mismas cualidades en los ritos celtas.


EL TORO


Soy Toro

Poderosa y fuerte es mi esencia
Amante e inflexible mi voluntad

Soy Toro

Sol y sangre me persiguen
La verdad y el valor persigo

Soy Toro

Adéntrate en mis dominios
Y respira lo que ello significa
.



El toro es símbolo de poder, fuerza e ímpetu combativo y esta también asociado a la conquista. Este animal era tan sagrado que algunas tribus celtas evocaban su nombre e incluso se utilizaba en topónimos constantemente.
En la Galia, se veneraba a un toro de tres cuernos, que también era utilizado como talismán y cuya causa y simbolismo nos es aún desconocida aunque podemos prever que era un culto fundamentalmente basado en la fertilidad y en las cualidades que representaba este animal.

El toro era muy venerado entre el pueblo celta pues simbolizaba la voluntad sin concesiones, la inflexibilidad, la fuerza, la obstinación y la fertilidad y virilidad. Esto hacía que el símbolo de este animal apareciera representado en las camas (en sábanas, ropa de cama, etc…) para favorecer la fuerza sexual y la resistencia.
También era símbolo de riqueza de tal forma que aquel que poseyera entre sus posesiones un magnífico y fértil toro era considerado el ser más rico de la tribu y por tanto el de más poder.

También existía un tipo de adivinación druídica basada en sacrificios rituales de toros.  Según el historiador griego Diodoro Sículo (siglo I a. C.) los druidas masticaban una porción de carne de este animal para luego colocarla sobre una losa de la puerta del hogar, en calidad de ofrenda a los dioses. A continuación el druida, envuelto en la piel del toro, caía en un profundo sueño llamado “sueño de toro”, durante el cual se le aparecía el animal dispuesto a contestar preguntas sobre el futuro o simplemente se tenían sueños proféticos con el fin de descubrir la identidad del nuevo rey, la persona que en lo sucesivo habría de garantizar con su comportamiento y decisiones la prosperidad del grupo.  En “La postración de Cú Chulainn” lo explica de la siguiente forma:

«se hizo la ceremonia del toro [tarbfhes]. En ella se destinaba al sacrificio
un toro blanco, y a un solo hombre a engullir hasta la saciedad de su carne y
de su caldo. Bajo este hartazgo, se producía un sueño [chotlud] mientras
cuatro druidas cantaban [chantain] un conjuro de la verdad [ór fírindi]. Por
obra de los druidas, se revelaba en la visión [aslingi] qué clase de hombre
debía ser hecho rey, según su aspecto y descripción observados en la visión,
y qué se debía hacer al respecto».


La elección del rey dependía por entero de los druidas, los cuales eran los únicos que podían legitimarlo para el poder, otorgando al elegido la vara que le convertía en rey y que en ocasiones era cortada directamente del árbol sagrado de la tribu.

La relación del toro con la soberanía real lo convirtió así en un animal sagrado, cuyo culto se extendió como la pólvora por toda la cuenca mediterránea.


EL CABALLO


Soy Caballo

Indomable y fiero parezco
Curo la arrogancia y la falsedad

Soy Caballo

Noble es mi alma, implacables mis designios
Reino de vida y muerte me pertenecen

Soy Caballo

Si quieres ser rey a mi deberás rendir homenaje
Si quieres ser sabio deberás buscar mi consejo.

Los celtas asociaron el caballo al culto de Epona, diosa de la fertilidad y de la naturaleza, asociada con el agua, la curación y la muerte.
El caballo simbolizaba el carácter guerrero, la fecundidad del sol y el poder del fuego. Se consideraba un animal de guerra y protector contra todo tipo de males; también tenía un doble valor simbólico: por una parte encarnaba las fuerzas solares y por otra estaba vinculado con el reino de los muertos. ¿Cómo es posible? Se sabe que los miembros de la nobleza gala veneraban al caballo porque se comportaba como un aliado fiel en las campañas guerreras, con lo cual era frecuente que en las tumbas se encontraran numerosas referencias a este animal.
De esta manera, su importancia hizo que se convirtiera en un animal sagrado por lo que estaba prohibido comer su carne o hacerle daño alguno, salvo en sacrificios o rituales muy específicos.

Los caballos blancos eran símbolo de fertilidad y abundancia, en especial las yeguas blancas ya que estaban asociadas a la diosa Epona. Además se usaban también en rituales relacionados también con la soberanía real. Como he dicho, el rey era elegido por los druidas quienes le otorgaban legitimidad pero éste no podía empezar a reinar sin haber antes cohabitado con “la diosa de la soberanía”.  Este ritual no es exclusivamente celta ya que ha existido en la cultura indoeuropea, sumeria e incluso egipcia. Para reinar el rey tenía que copular con la diosa representada frecuentemente en la forma de una mujer o doncella (la más fértil de la tribu) pero también podía ser representada en la figura de una yegua blanca. De esta forma, la figura de la soberanía representada por una yegua, era indispensable para los ritos de inauguración del nuevo rey, que consistía en el apareamiento del nuevo monarca con una yegua blanca, ritual que continuó hasta bien entrada la era cristiana. Para los escépticos, os diré que el clérigo Giraldus Cambrendis que viajó por Irlanda en el 1185 d.C. presenció personalmente este rito e impactado ante semejante costumbre pagana lo documentó con todo lujo de detalles:

“Ante la presencia de un grupo de invitados, el nuevo rey copula con una yegua blanca; el animal es seguidamente sacrificado y descuartizado, y sus carnes son cocidas en un gran tanque; el rey se introduce en el agua de ese tanque, y se sacia comiendo la carne y bebiendo directamente el líquido del mismo, todo ello ante la presencia de sus cortesanos, quienes comparten con él la carne de la yegua. Una vez completado este ritual, ese rey potencial es considerado ya como líder legítimo y consagrado.”

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