lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad a todos!


¡Hola a todos! Seguro que más de uno se estará preguntando dónde ando metida..jajaja. Nada más lejos de la realidad, ando metida en proyectos nuevos que me quitan la mayor parte de mi tiempo lo que hace que tenga cada vez menos tiempo para el blog; pero no os preocupéis ni alarméis porque pienso daros la lata por aquí con nuevos posts en ratitos libres. Gracias por la comprensión y espero veros por aquí con la misma frecuencia y alegría con la que me regaláis siempre en vuestros comentarios. Tengo que aclarar que un blog no es nada sin los comentarios ni vuestros puntos de vista por lo que os tengo que agradecer de todo corazón a todos los que dejáis algún comentario porque se que habéis gastado un minuto de vuestro tiempo lo cual significa un regalo impagable.

¡Gracias por estar ahí de corazón! 




¡Os deseo la mejor de las felicidades en este año que entra así como unas muy felices fiestas y como no, una feliz Navidad! 
¡Ojalá este año os deje muchas alegrías! 
¡No os olvidéis que todos, todos podemos ser felices si nos lo proponemos por muy duras que sean las circunstancias! 

¡Un abrazo enorme y miles de besos!



lunes, 12 de noviembre de 2012

Símbolos alquímicos



Son muchos los símbolos que abundan en todos los cuadros e ilustraciones alquímicas. Aquí expongo los más representativos, también os tengo que advertir que para entender muchas de las alusiones a estos símbolos tendréis que leer primero el artículo en el que os explique lo más básico de la alquimia: La esencia de la alquimia

Saturno: Representa al sol, al oro saturnal que es la meta última de todo alquimista y que se logra con la piedra filosofal. Representa el espíritu puro, patrón de todos los alquimistas y figura central con la que se identificaban.  Rige las piedras, la tierra y el plomo (antimonio, el elemento básico del que se dice que es el mayor veneno y a la vez el remedio más eficaz,  el antimonio alivia el dolor de las articulaciones, la melalgia, y otras clases de dolor que puedan estar asociadas con depósitos).

Triangulo derecho: representa el fuego del alma. Representa el espíritu divino masculino, se asocia al plomo y a la transformación final.

Triangulo invertido: Representa el espíritu del agua, el símbolo del Salvador. Representa el espíritu divino femenino y se asocia al estaño y a la purificación.

Triangulo derecho con una línea en la parte superior: Representa al aire, representa también al espíritu divino masculino, y se asocia al hierro y a la vida.

Triangulo invertido con una línea en la parte inferior: Representa a la tierra, al espíritu femenino, se asocia al cobre y al nacimiento y creación.


Cuando los dos triángulos se superponen dando lugar a la estrella de seis puntas o sello de salomón, simboliza el símbolo mayor de todo el universo, que es cuando la obra alquímica se consuma en la rencarnación y la reintegración con Sophia o Aurora, la parte femenina divina original.

Huevo Filosófico: contiene el germen del que nacen todas las cosas. Simboliza el recipiente en el que se realizan los experimentos alquímicos.

Metales:

Los alquimistas distinguían siete metales principalmente: dos nobles (el oro y la plata) y viles los demás (cobre, hierro, estaño, plomo y mercurio).
Cada metal corresponde a un dios y su planeta. Saturno simboliza el plomo; Júpiter, el estaño; Venus, el cobre; Marte, el hierro; Apolo, dios solar, corresponde al oro y Diana, simboliza la plata.

Los metales imperfectos eran los ingredientes de la obra alquímica; la Pequeña Obra pretendía transmutarles en plata y la Gran Obra en oro. Para conseguirlo, la Pequeña Obra debía producir la Piedra Blanca capaz de cambiar cualquier metal en plata mientras que la Gran Obra se completaba al obtener la Piedra Roja que transmutaba en oro los metales innobles.

La Gran Obra podía llevarse a cabo por dos vías: una seca, húmeda la otra, según las preferencias o las capacidades del alquimista.

ORO: Símbolo del Sol. Representa el alma en su estado original, la perfección absoluta a todos los niveles. Es lo puramente espiritual.

LUNA: representaba el principio volátil de la obra filosófica, es decir, la plata. Una luna compacta, simbolizaba al oro blanco. Cuando aparece en una ilustración junto con Apolo significa que la transmutación de la piedra filosofal es inminente.

 PLOMO: Símbolo del caos del alma. Es el alma en su estado enfermo, empapado y muerto, que ya no puede reflejar el Espíritu. Se asocia a Saturno.

COBRE: Se asocia al elemento tierra y a Venus.

HIERRO: Se asocia al elemento aire y a Marte.

ESTAÑO: Se asocia al elemento agua y a Júpiter.

AZUFRE: (masculino, caliente, fijo, activo) es la forma, es decir el mediador del alma. Se relacionaba con el Sol y todo lo masculino.

MERCURIO: (femenino, frío, volátil, pasivo), la materia, es decir el espíritu sutil. Se relacionaba con la luna y todo lo femenino. El Azogue es el nombre con que Paracelso nombró al mercurio filosofal, denominación que posee la primera y la ultima letra del alfabeto latino, griego y hebreo. 

ANTIMONIO: simboliza la naturaleza animal o el espíritu salvaje del hombre y de la naturaleza.

La Sal representa la unión entre el azufre y el mercurio y en realidad simboliza al cuerpo. Implica movimiento. La sal aparece en tres formas: rutilante, blanca y roja. Visualmente aparece representado por un círculo cruzado por una línea horizontal.

La unión de lo masculino y femenino, representado por el azufre y el mercurio respectivamente, el oro y la plata o el sol y la luna  es la culminación de la gran obra alquímica a través de la cual se puede conseguir ese estado de perfección que simboliza la piedra filosofal.  ¿Cómo? 

Después de esta unión, la materia moría al abandonar su envoltura carnal. Esta muerte o putrefacción permitía la liberación del alma, purificándose el espíritu de sustancias materiales. El alma libre podía entonces integrarse con Dios, la unidad perfecta que en este caso era tanto femenino como masculino.

El Caduceo representa esta unión de lo masculino con lo femenino, la unión de los contrarios, la transformación y el equilibrio al que se llega en todo proceso alquímico.

Fases de la alquimia y su simbolismo:


-          El negro, nigredo, es el estado inicial, se identifica con el estado de caos de la prima materia, o, del caos existente creado por la descomposición de los elementos. La consecuencia es el estado de la descomposición,  es entonces  cuando se produce una unión de lo masculino con lo femenino y aparece la muerte. Cronos o Saturno era un símbolo de esta fase al igual que el dragón, el sapo y el cuervo.

-          Desde el nigredo se va directamente al emblanquecimiento (albedo), o el alma que ha salido del cuerpo a causa de la muerte y que es reunida de nuevo con el cuerpo muerto para dar vida a éste. Es el lavado de la prima materia. Con esto se alcanza la primera meta principal del proceso, concretamente el albedo que se simboliza con la luna. El albedo es, en cierto modo, el crepúsculo. Diana o Artemisa representa esta fase al igual que el pavo real.

-    El rubedo es ya la salida del Sol. La transición al rubedo constituye el amarilleamiento (citrinitas), el cual, como se ha mencionado, decae con posterioridad. Después sale el rubedo directamente del albedo mediante aumento del fuego hasta el grado máximo. Apolo representa esta fase.
Lo blanco y lo rojo son reina y rey, que también pueden celebrar en esta fase su sagrada unión para alcanzar la perfección absoluta: la piedra filosofal. 


Animales

Los animales tienen su simbolismo propio.  Los pájaros, así como los demás animales alados, representan el principio volátil mientras que los animales ápteros encarnan el principio fijo. Con frecuencia, un animal alado combate con un animal áptero para ilustrar la lucha química entre los principios volátil y fijo y su correspondencia espiritual en la lucha entre el alma y el cuerpo. Los pájaros, cuando se elevan en el cielo, representan la volatilización o sublimación de las materias encerradas en el recipiente alquímico. Si descienden a la tierra simbolizan la precipitación y condensación de esos productos.

Paloma: Si aparece una paloma en una ilustración o dibujo alquimista, eso representa el  espíritu que vuelve a juntarse con lo que queda del cuerpo después de la putrefacción.

Lobo: Representa al antimonio que era llamado “el lobo de los metales”. El símbolo tradicional del antimonio en la alquimia era el “orbe imperial” con la cruz encima del globo, y representa el efecto integrador universal, es decir, el poder de los cuatro elementos relacionados con los ciclos de la naturaleza. Los ritmos del hombre también le pertenecen como por ejemplo el ritmo de sueño y vigilia. Por ello el antimonio se usbaa, por ejemplo, para tratar los desórdenes del sueño. El antimonio separa el oro de los metales impuros, lo cual se simboliza mediante el lobo comiéndose al rey viejo y enfermo. Con una separación posterior fundiendo el oro y el antimonio, se obtiene oro puro, el cual se simboliza en el trasfondo por el lobo quemado y el rey renacido surgiendo del fuego.

Perro: Simboliza al azufre o al oro metálico. Cuando el  lobo devora al perro representa  que el antimonio es capaz de purificar el oro.

Ciervo y Unicornio: Ambos animales tienen el mismo significado: representan al mercurio, lo femenino, lo virginal. Si aparecen los dos juntos el ciervo representa al mercurio, lo femenino y el unicornio lo masculino, el azufre.

Oso: Representa la materia prima en su fuerza bruta y caótica.

Carnero y Toro: Determinan los dos períodos astrológicos entre los que deben desarrollarse las operaciones alquímicas.

 Conejo o liebre: Representa el guía del alquimista en las entrañas de la tierra.

Fénix: simboliza el final del proceso alquímico: la consecución del oro y la perfección filosófica.

Águila: también representa la transformación del metal vil en oro, el final de lo impuro y el surgimiento de lo puro.

Uróboros o Ouroboros (serpiente que se muerde la cola): representa la inmortalidad y la continuidad. Dos serpientes que se devoran mutuamente nos revelan la presencia de un ciclo que hay que cumplir en el proceso de la purificación También simboliza que "todo es uno", el principio alquímico. Cuando aparece una serpiente con tres cabezas simboliza a las tres dimensiones del espacio, los tres estados del tiempo: pasado, presente y futuro y a las tres materias del arte filosofal: mercurio, azufre y sal.  A veces la serpiente está crucificada y entonces representa la fijación de un principio volátil. 

Cuervo: Cuando aparece un cuervo quiere decir que el espíritu y el alma abandonan el cuerpo envejecido representado por el mismo cuervo que penetra en la fase de negritud (nigredo) y en el estado de putrefacción. Otros sinónimos del cuervo con el mismo significado son: un sepulcro, una calavera, un cadáver, un esqueleto.

Sapo: era un símbolo de la putrefacción por la forma en que la materia prima se carbonizaba pulsando como si emitiera gases.

Cisne: Representa la fase de albedo o blancura, es decir el proceso de purificación.

Dragón: La expresión “matar al dragón” significaba reducir los metales a una condición no metálica para que así pudiera asumir una nueva alma. El dragón alado simbolizaba al mercurio, mientras que un dragón sin alas representaba al azufre. Un dragón de fuego, era el fuego mismo y un dragón verde, significaba agua.  A veces, dos dragones luchan entre sí para simbolizar la putrefacción. A menudo, el alquimista, armado como un guerrero, se enfrenta al dragón demostrando que intenta unificar el caos o que trata de elaborar el oro a partir de la materia bruta.

Pelícano: Suele simbolizar la propia piedra filosofal, capaz de multiplicarse, pájaro que con su propia sangre vuelve a la vida a sus hijos.  Los siete hijos del pelicano representan los siete metales, los siete chacras en relación con las glándulas endógenas: pineal, pituitaria, tiroides, timo suprarrenales, páncreas y gónadas. 

León: Cuando es verde representa al vitriolo verde, un líquido utilizado con frecuencia por los alquimistas, muy corrosivo, simboliza la materia cruda en estado crudo. Según los alquimistas es el disolvente universal que devora los siete metales y el oro. El León Rojo representa a esta misma materia después de diversas operaciones.
El león suele representarse devorando al Sol, representando así al mercurio filosofal. También representa a la forma primitiva, aún no transmutada del oro alquímico.
“Cuando el león esta saciado, su espíritu es mas fuerte que antes y sus ojos equivalen al sol, siendo su naturaleza interior mas fuerte para lo que se busca..”

Basilisco: Ese animal hibrido de un gallo y un sapo, representa el disolvente caustico o el polvo de proyección  que transmuta los metales.

Pavo real: Representa las diversas tonalidades que se manifiestan en el curso de las operaciones. Tiene la misma importancia simbólica que el arco iris.



sábado, 29 de septiembre de 2012

La esencia de la alquimia



¿Quién no ha escuchado hablar de la alquimia y de quien la hacía posible: los recelosos y misteriosos alquimistas? Si, esa ciencia que aseguraba poseer el tan deseado conocimiento para transformar la materia a su antojo como por ejemplo la transmutación de cualquier metal en oro. ¿Misticismo antiguo, delirios de grandeza o realidad? Lo que sí sabemos es que esta promesa de riqueza ilimitada fue muy bien acogida por los nobles y altos cargos de la Edad media que financiaban a los alquimistas para conseguir “la piedra filosofal”, una piedra capaz de transformar metales innobles, como el plomo y el cobre en metales preciosos, como la plata y el oro. Pero… ¿realmente lo consiguieron? No hay ninguna prueba evidente pero sí muchos manuscritos, libros y verdaderos tesoros de ilustraciones, cuadros y jeroglíficos que aseguraban esconder el secreto mejor guardado de esta pseudo-ciencia.

La palabra alquimia procede del árabe al-kīmiyaˀ o al-khīmiyaˀ que podría estar formada por el artículo al- y la palabra griega khumeia (χυμεία), que significa ‘echar juntos’, ‘verter juntos’, ‘soldar’, ‘alear’. La palabra árabe kīmiyaˀ, sin el artículo, ha dado lugar a química en castellano y otras lenguas, y al-kīmiyaˀ significa, en árabe moderno, la química
Se ha sugerido que la palabra árabe al-kīmiyaˀ significaba en realidad,, la ciencia egipcia, tomando prestada la palabra kēme, Egipto, así alquimia era el 'arte de Keme', el arte de Egipto.

Se dice que  la alquimia se inició aproximadamente desde el siglo IV a. C. hasta el surgimiento de la química y las ciencias naturales, a comienzos del XVII donde se interrumpió hasta resurgir en la época de la masonería.

Sin embargo hay sospechas de que la alquimia bien pudo iniciarse con la búsqueda de conocimiento de los colonizadores griegos en Egipto, quienes identificaron a uno de sus dioses, Hermes, con Thot, el dios de la sabiduría y escritura, guía de las almas en los infiernos y poseedor por derecho y por obligación de los libros de la vida y el destino de las personas, de las almas y del mundo.

 A este dios, los griegos lo llamaron Hermes Trismegisto, el patrón de los alquimistas, su protector e inspirador.  Thot o Hermes había dotado al pueblo egipcio con numerosos libros y manuscritos que contenían todos los conocimientos naturales y sobrenaturales, entre ellos la escritura jeroglífica y el estudio de diferentes aleaciones de metales y que se decía se guardaban celosamente en la famosa biblioteca de Alejandría siendo casi en su totalidad destruidos en el incendio que destruyó este gran centro cultural.  Algunos se salvaron y fueron copiados por traductores griegos y escribas iniciándose un secretismo hermético que aún dura en la actualidad. Según los eruditos y primeros alquimistas, Hermes Trismegisto identificado como un faraón de la era prefaraónica y tras su muerte asimilado con el mismísimo Thot, transmitió un resumen de tales conocimientos en la Tabla Esmeralda (Tabula smaragdina), datada entre los siglos VI y VIII de nuestra era y que más tarde se traduciría al árabe en doce tesis, y cuya leyenda afirma que fue grabada con la punta de un diamante sobre una esmeralda, de donde proviene tal nombre:

-          Es verdadero, verdadero, sin duda y cierto:

-          Lo de abajo se iguala a lo de arriba, y lo de arriba a lo de abajo, para consumación de los milagros del Uno.

-          Y lo mismo que todas las cosas vienen del Uno, por la meditación sobre el Uno, así todas las cosas han nacido de esa cosa única por modificación.

-          Su padre es el sol, su madre la luna, el viento lo ha llevado en su vientre; la tierra es su nodriza.

-          Es el padre de todas las maravillas del mundo entero. Su fuerza es orbicular cuando se ha transformado en tierra.

-   Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero, suavemente y con gran entendimiento.

-          Asciende de la tierra al cielo y vuelve a descender a la tierra, recogiendo la fuerza de las cosas superiores e inferiores.

-          Tendrás toda la gloria del mundo, y las tinieblas se alejarán de ti.

-          Esta es la fuerza de fuerzas, pues vencerá todo lo sutil y atravesará lo sólido.

-          Según la estructura del gran mundo es la estructura del pequeño mundo.

-          He aquí la fuente de las admirables transmutaciones y aplicaciones indicadas aquí.

-         Por eso me llaman Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la sabiduría universal.

Hermes Trismegisto y Paracelso
Podemos decir que aquí nació el hermetismo, un conjunto de conocimientos que formaban un solo saber como si fuesen armas de un solo árbol y que englobaban las ramas de la alquimia, astrología, magia y la kabalah y que eran un conjunto de conocimientos esotéricos heredados de diferentes culturas.

Un alquimista de verdad era por tanto, al mismo tiempo, médico, astrónomo, astrólogo, filósofo, cabalista y químico.  Los estudios eran muy estrictos y prolongados y eran transmitidos mediante iniciación por el alquimista a no más de uno o dos discípulos, ocultándose celosamente a los demás.

Metáfora de la piedra filosofal
Sus pilares eran tres: la Piedra filosofal de color rojo, capaz de transformar los metales en oro, el Elixir de la eterna juventud, una sustancia capaz de curar cualquier enfermedad y otorgar inmortalidad a su poseedor y la consecución de la Gran Obra, que eleva a su poseedor por encima del resto de los hombres. Muchos en cambio afirmaban que la piedra filosofal albergaba estas tres virtudes y algunas más aunque sospecho que como casi todas las cosas que pasan por el rigor del reloj del tiempo, las propiedades fabulosas de dicha piedra, acabaron por desvirtuarse hasta convertirse en leyenda, como le paso al mito de “El dorado”.

Los alquimistas se convirtieron en una especie de druidas de lo esóterico, cuyos galimatías y símbolos ocultos destacaban en todas sus conversaciones y obras, confundiendo a cualquier persona que no fuese ducho en el tema. Una frase de uno de los primeros alquimistas, en Rosarium philosophorum, nos da una idea del secretismo que impregnaban a todo lo relacionado con la alquimia: “Cuando hablábamos abiertamente, no decíamos en realidad nada. Pero cuando escribíamos en lenguaje cifrado y en imágenes, ocultábamos la verdad.”

Uno de los más famosos alquimistas, el suizo Paracelso, nacido en 1493 sostenía una interesante teoría que nos puede dar una idea de la ciencia alquímica: afirmaba que los elementos de los cuerpos estaban compuestos por sal, azufre y mercurio, que representaban a la tierra, el aire y el agua. La alquimia partía de la teoría de que estos tres elementos fundamentales podían ser combinados en distintas proporciones para formar nuevos cuerpos. 

Los metales representaban, según los alquimistas, una contracción de fuerzas planetarias, por eso le llamaban astronomía inferior a ese arte ya que cada uno de los metales se asociaba a un planeta en particular. Y esta astronomía estaba muy relacionada con los signos zodiacales y los 28 ciclos lunares (la luna tarda 28 días en recorrer el zodiaco) que según los entendidos encerraban muchos secretos. Para alcanzar la famosa piedra filosofal, se decía que se tenían que calcinar estos metales hasta reducirlos a una ceniza clara y pura antes de efectuar la transmutación. Como veremos, estas no son más que metáforas con un fin concreto.

Según Paracelso, llegaría una época en la que la letra de los textos sería sustituída por una comprensión visionaria. Se llegaría de nuevo a la lengua del paraíso, que nombra todas las cosas por su verdadero nombre, y todos los misterios de la naturaleza se manifestarían como en un libro abierto. De hecho se dice que la tendencia a imágenes cifradas, símbolos crípticos y textos confusos, se explicaba por el escepticismo de los maestros de la alquimia hacia la palabra hablada y escrita. Me explico, según ellos, el alma tiene una naturaleza divina, confinada en la mazmorra del cuerpo que la contamina y la engaña para evitar que regrese a su origen. Así pues vivimos en un mundo imperfecto, impregnado de caos, en el que para poder purificarnos y regresar a la divinidad debemos crear un nuevo orden o mejorar el existente mediante la alquimia.

 Para ello hay que pasar por las siete esferas planetarias del cosmos correspondiente con siete metales. Para franquear la última esfera, el plomo (identificado con Saturno), hay que pasar por la muerte del cuerpo y la putrefacción de la materia, condición previa de la transmutación. El alma tendrá que atravesar antes las esferas de Júpiter (cinc), Marte (hierro), Venus (cobre), Mercurio (mercurio), Luna (plata) y Sol (oro). Estas esferas o metales se corresponden a diferentes estados de madurez hacia la búsqueda de la perfección, simbolizada por el oro. Cada uno de los planetas o esferas imprime en  el alma, durante su travesía, una propiedad negativa que la mancilla: Venus le da la lujuria, Mercurio la avaricia, Marte la ira, Júpiter la vanidad, y así sucesivamente. Además, en vida atravesamos diferentes estaciones asociadas a los temperamentos: podemos pasar por la época de la tierra, la estación de otoño que sería el estado de melancolía, la época del verano asociada al estado colérico, la época de primavera al sanguíneo y la época del invierno al flemático. 

 Todas ellas no son más que pruebas que tendremos que pasar en nuestra travesía de la vida a través de las distintas esferas hasta llegar a la muerte. Después de la muerte, la envoltura terrestre queda en el Tártaro como larva, y el alma se eleva por encima de las regiones áereas hasta llegar a los arcontes, que intentan impedirle el paso. Por eso hay que poseer el conocimiento de la alquimia, sin la cual no podemos pasar todas estas fases de purificación y alcanzar el premio: la inmortalidad del alma y el equilibrio absoluto.
Este equilibrio se refleja en la armonía necesaria que según los manuscritos, debe existir entre el microcosmos (hombre) y el macrocosmos (Universo). “Todo lo que ocurre en el Universo, repercute en el hombre.”

Tabla de Esmeralda: “Lo que es arriba, es abajo.”

Microcosmos y macrocosmos
El microcosmos alquímico se compone de cuerpo, alma y espíritu y a través de él alcanzamos el macrocosmos que es la espiritualidad misma identificada en el sol (y en consecuencia el oro). Para ello hay que atraer las cosas del mundo exterior, someterlas a una transformación y dominar la imaginación según la cual el hombre es el que piensa y  lo que piensa. Piensa en fuego, entonces conseguirás fuego. Según esta teoría nuestra alma es un imán que si la usamos bien a través de nuestro conocimiento, atraerá todo lo que queramos. ¿Es este el origen de la piedra filosofal? ¿La purificación hacia la madurez y perfección del alma y la dominación de la mente y el cuerpo, del alma? No lo sabemos aunque creo que nos acercamos bastante.

En la alquimia lo masculino (tiempo- azufre) y lo femenino (espacio-mercurio) deben fusionarse utilizando los elementos: fuego y agua, es decir, la disolución del cuerpo bajo el efecto del calor exterior e interior y la solidificación del espíritu tras sucesivas destilaciones. Solo así se conseguiría el quinto elemento: la quintaesencia de origen divino que, curiosamente, se identificaba en el símbolo de la estrella de David. Es más, el Adán primitivo según los alquimistas, era hombre y mujer al mismo tiempo y por tanto de raza pura. Podía parir a voluntad y atravesar árboles y piedras pero su parte femenina se separó de él y se convirtió en un espectro mortal. Desde ese momento, el alma de Adam ansía volver a reintegrarse con Sophia o Aurora (su parte femenina) y volver a alcanzar el equilibrio perdido. (Estas no son más que metáforas de la misma filosofía, recuperar el equilibrio.)

 ¿Veis la similitud con lo anterior? La muerte y la purificación del alma para acceder al “paraíso”, “la Sophia perdida”, “recuperar la divinidad”, todos símbolos metafóricos de lo que podría ser la piedra filosofal (representada a través del oro, la estrella de david, la quintaesencia). Como anécdota y refuerzo de esta teoría tengo que deciros que a Aurora o Sophia se la representa al principio como una mujer negra, simbolizando a la divinidad prisionera del cuerpo material, y que tras su purificación aparece representada con un rostro de un color rojo sangre que recuerda al tono rojo que se dice que tiene la piedra filosofal.

Ni mucho menos esto es un resumen de los preceptos alquímicos. Hay mucho más que me sería imposible resumir en un solo artículo; sin embargo, lo más importante, la esencia de la alquimia es esta.

Como podéis imaginar, muchos falsos alquimistas se aprovecharon de la ambición de muchos de poseer el secreto de la inmortalidad y riquezas ilimitadas y cuyos timos y desfalcos desprestigiaron a los verdaderos alquimistas cuyo fin último era alcanzar la perfección absoluta a través de la búsqueda de la espiritualización del alma. Para ello se cultivaba el estudio de conocimientos tanto químicos, astrológicos, médicos, filosóficos, naturales, cabalistas, herbolarios, etc… en resumen, una especie de druidas modernos cuyos conocimientos eran guardados celosamente bajo llave. Todos estos conocimientos hacían que el alquimista fuese un maestro con mayúsculas cuyos caros experimentos eran financiados para conseguir esa riqueza prometida.  Desgraciadamente no podemos viajar en el tiempo y conocer el verdadero significado de sus secretos, tan solo podemos especular, especulaciones que se pueden acercar o no a la verdad. 

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