miércoles, 12 de septiembre de 2012

Druidas



Hablemos de esos personajes tan misteriosos como enigmáticos…mucho se ha dicho sobre ellos y todo lo que sabemos es gracias a las crónicas escritas de los romanos. Hay muchas discusiones acerca de lo que significaría el término Drui en irlandés antiguo o dryw en galés, es decir, el nombre con el que se designa al jefe de los clanes celtas: el Druida. Muchos afirman que significa el vidente del roble , en cambio otros le atribuyen los epítetos o nombres como : el señor de los bosques, loco de los árboles, el gran sabio, el hechicero, etc… Yo opino que poco importa su significado sino el gran legado que nos dejaron y que yace dormido en cada uno de nosotros, en nuestro interior.

Eran tan importantes en la sociedad celta que los druidas tenían distintas clasificaciones o tipos en su particular jerarquía que indicaban su nivel de aprendizaje.

Los dar-vin-din o grandes druidas eran los de mayor jerarquía. Eran sacerdotes, jueces , médicos y administradores y su palabra era la ley sobre la que descansaba toda la tradición e historia de la tribu. Estudiaban la evolución de los elementos para integrarse en ellos, olfateaban y se comunicaban con los vientos para averiguar que caminos tomar, se sumergían en lagos y ríos invocando a los espíritus de las aguas para así elaborar todo tipo de procesos espirituales y observaban los fuegos con fines adivinatorios. Se vestían con túnicas blancas.


Los bardos (no confundir con la imagen que tenemos de los trovadores que eran contadores de cuentos) cumplía las funciones de filósofo, adivino y transmisor de la tradición y conocimientos, lo que hacía a través de oraciones y  elaboradas poesías, todas con un significado y un propósito concreto.  Los bardos eran los maestros de los jóvenes ya que les enseñaban a través de sus poemas y acertijos y determinaban quien estaba listo para pasar al siguiente nivel. Contaban y relataban tanto en prosa como en verso, las proezas de sus guerreros, dioses y héroes y las crónicas de sus antepasados. Sus ropajes o túnicas eran de color azul.


Los vates eran fundamentalmente videntes y adivinos, pero también viajeros entre mundos y parece que además sanadores, herbolarios y asistían a los partos.  Realizaban sus profecías a través del vuelo de las aves, la forma de las nubes, el comportamiento de los animales o del clima… y fundamentalmente se dedicaban a la sanación, usando sus conocimientos en hierbas cuyas propiedades conocían a la perfección  para curar las enfermedades de humanos y animales.  Según el historiador romano Plinio,  a estos vates les bastaba con pasar la mano por encima de los enfermos para así descubrir donde se encontraba el mal y dar con la solución adecuada. Y no sólo acudían a ellos los enfermos físicos sino los que también estaban enfermos espiritualmente por lo que deducimos que los vates también eran excelentes psicólogos espirituales. También eran grandes expertos en astronomía, siendo los encargados de elaborar los calendarios que determinaban las fiestas  celtas y dictaminar cuando cosechar y de que forma para que fuesen abundantes. Se vestían con ropajes verdes o rojos según su especialidad (medicina o artes esótericas).


Aquellos que se vestían con ropajes amarillos eran aquellos aspirantes a druidas que recibían las enseñanzas y como novicios que eran, estaban en pleno desarrollo espiritual e intelectual.

Para ser aspirante, no bastaba con memorizar las cosas sin más, se necesitaba a un candidato con una condición espiritual muy alta, capaz de conservar el esfuerzo continuo, la observación y aprendizaje de uno mismo, de las emociones, la naturaleza y de los ángeles y demonios interiores, algo a lo que muchos no están dispuestos a enfrentarse. Existían alumnos que empleaban al menos veinte años de su vida en convertirse en los druidas de las túnicas blancas, y, considerando la poca esperanza de vida de aquella época, muchos fallecían antes de poder alcanzar ese estatus y los que llegaban tenían una edad considerable. Por ello se representa al druida con una vara en la cual se apoya para caminar aunque este bastón se utilizaba principalmente como extensión esotérica y sagrada para invocar a los elementos de la naturaleza. La vara simbolizaba la conexión del druida con el agua y el aire, dos elementos femeninos.

Si bien las túnicas fueron un signo diferencial para conocer la ocupación de un druida, este es un hecho no probado puesto que según historiadores, seguramente estos celtas se vistieran con  prendas de tejidos y colores habituales entre los suyos con pieles de animales que ellos venerasen y telas especialmente consagradas según sus creencias.
Gracias a Julio César sabemos que estos grandes personajes mantenían una estricta tradición oral puesto que no confiaban en la escritura con la finalidad quizás de mantener en secreto sus doctrinas y solo legarlas a los que ellos consideraban dignos además de ejercitar de este modo la memoria.

Además creían en la inmortalidad del alma, la cual se rencarnaba sucesivamente; estas creencias hacían que el pueblo celta fuese más valiente ante la muerte por lo que sus guerreros eran temibles en batalla. Sabían que más tarde o temprano morirían y que tendrían otra vida, por tanto, no les preocupaba el futuro, con lo que el AHORA, el presente era lo más preciado que tenían. Buena filosofía ¿Verdad?

Julio césar nos da interesantes informaciones como que los druidas transitaban con total libertad entre los clanes celtas, viajar con o sin protección a cualquier aldea, entrar e incluso asentarse durante un tiempo en la ciudad o poblado que más les agradase. Eran tan poderosos que podían acudir a muchas zonas sin uso alguno de armas ya que, con su sola palabra, les bastaba para dominar a sus enemigos infligiéndoles todo tipo de males. Esto demostraba que eran excelentísimos dialogadores y muy persuasivos.

Según los romanos los druidas estaban obsesionados con los árboles. Pensaban que los robles eran indispensables, hasta el punto que creían que todo lo que crecía sobre este árbol era un envío de los dioses. También discutían mucho acerca de los astros y sus movimientos, del tamaño del mundo y de la Tierra, de la naturaleza de las cosas, de la fuerza y el poder de sus dioses y lo transmitían a la juventud según el nivel que poseía cada uno.

El druida tenía la misión de velar por los intereses de los clanes, y eso hacía que cumpliesen la mayoría de las veces con un papel principalmente político. Solo que el druida no tenía un poder monetario enorme pero sí espiritual y muy admirado por su pueblo e incluso por los extranjeros que temían mucho a estos mediadores. Cuando había problemas entre dos clanes, problemas belicosos u hostilidades de cualquier tipo, allí estaba un druida para solventar cualquier situación ya que su palabra era símbolo de la sabiduría absoluta, requiriendo así la obediencia absoluta. Tenían el poder de ejercer de embajadores de su pueblo, crear alianzas o incluso declarar la guerra si la situación lo requería.  Para los celtas, el jefe de la tribu o rey representaba la máxima autoridad material; en cambio los druidas eran la imagen del poder espiritual de forma que cuando un druida y un rey estaban juntos, ambos eran el complemento del otro; sino fijaros en la leyenda del rey Arturo y su druida Merlín; ambos casi inseparables, el uno (el rey) amparándose en el consejo del otro (el druida).

Los juicios cuyos jueces eran los druidas, se solían celebrar en arboledas sagradas donde además se realizaban majestuosas celebraciones y exaltaciones divinas. Cuando alguien no acataba la ley o cometía algún tipo de crimen era juzgado y si su delito era lo suficientemente grave, era expulsado de allí para siempre. Además la familia del desterrado era considerada por el clan como personas de poca honra, y eran marginadas como tales durante al menos cuatro generaciones. ¿Extremo? No lo sabemos pero por lo que parecía estas leyes hacían que los crímenes de elevada categoría fuesen escasos. Además, para un druida, un error o equivocación se pagaba muy caro ya que podían ser ejecutados de descubrirse, no sin falta de honores. Aunque a nosotros nos cueste aceptar esta filosofía, ellos aceptaban sin rechistar ya que así podían en su otra vida enmendar el error y continuar con su evolución espiritual. Os dejo una reflexión mordaz: ¿Os imagináis que les hiciésemos lo mismo a los actuales políticos o banqueros, que pagasen sus errores con la muerte? Os dejo que el resto lo imaginéis. 

Así pues para los druidas había tres faltas graves que nunca debían cometer si no querían probar la muerte: PRONUNCIAR UNA CONDENA INJUSTA, USURPAR LA REALEZA O INTENTAR TERMINAR CON ELLA Y COMETER ADULTERIO.  

Otras tres faltas menos graves que podían pagarse con el destierro, la expulsión de la orden de los druidas o la muerte según dictaminase otro druida o el jefe del clan eran:  NO ASISTIR O COLABORAR EN UN RITUAL O FESTEJO, NO PRESTAR AUXILIO ESPIRITUAL O FÍSICO Y UTILIZAR SUS ARTES EN CONTRA DE OTROS DRUIDAS.

Pero había un lema que nunca debía quebrantarse y ese era el del MANTENIMIENTO DEL SECRETO de la sabiduría druídica. La tradición oral exigía que solo se podían intercambiar conocimientos entre druidas, NUNCA a cualquier otro que pudiese malinterpretar esa sabiduría y utilizarla para fines dudosos.

Así pues, los druidas no temían a la muerte, solo a una cosa: si fallecían antes de su hora podían no llegar al otro lado para rencarnarse en otra vida y quedarse vagando como fantasmas invisibles para siempre en el mundo terrenal.  El mismo druida era el encargado de lograr que el alma del difunto no se perdiese y llegase a buen puerto para su posterior rencarnación, solo aquellos penados con la muerte eran excluidos de este acompañamiento por lo que sus almas se perdían para siempre  en las tinieblas, a donde pertenecían dada su naturaleza oscura e impura.

 Como anécdota deciros que se calificaba de crimen penado casi con la muerte el cortar o infringir cualquier tipo de daño al roble sagrado de la tribu, así de importancia tenía este árbol para los celtas.

Hablando de árboles, para los druidas todos tenían una personalidad distinta y como era de suponer, no era igual un mensaje recibido de un roble que el pronunciado por un avellano. Como bien afirmaban estos antiguos sabios celtas: “Así como el roble y el sauce son dos seres sabios puesto que son árboles, uno no crece jamás bajo la sombra del otro.”
Los árboles simbolizaban para los druidas, la evolución del ser humano a camino entre dos mundos, con los pies (raíces) siempre en la tierra, creciendo continuamente y dependiendo de los circunstancias (elementos: lluvia, aire, fuego,…) y con una misión, producir los frutos que eran sus acciones, evolución e inteligencia para llegar al mundo espiritual (las ramas de los árboles que se elevan hacia el cielo). Para ellos todo ser humano tenía una estrecha vinculación con los árboles. 

Cada persona tenía tres árboles:  El primero era el árbol de su nacimiento (Io que sería el actual horóscopo de los árboles que conocemos y que le confiere la personalidad al individuo), el segundo árbol era el protector o guardián que cuidaría de aquella persona durante toda su existencia. El tercer árbol variaba según el momento por el que pasaba la persona: así si estaba triste pasaba por el camino meláncolico del sauce, si se sentía fuerte pasaba por el tiempo del roble, etc… Además cada árbol tenía asociado una letra formando un alfabeto muy especial cuyo significado suponemos que era para las invocaciones y rituales de los druidas.

Los druidas pensaban que los árboles debían ser escuchados antes de tomar una decisión, lo mismo pasaba para determinados animales como el jabalí, el gato, el perro, el caballo, etc… Para ellos incluso las piedras tenían que tener consideración puesto que encerraban una lección fundamental que sólo ellos conocían.

Como sabéis, al contrario que otras civilizaciones antiguas, en el pueblo celta, la mujer era mejor tratada incluso que al hombre ya que la mujer simbolizaba la madre de todas las naturalezas: la vida.  En los pueblos celtas las mujeres gozaban de muchísimas libertades y derechos, podían divorciarse incluso y su palabra siempre debía escucharse, además podían ser druidesas (ban-drui) por lo que no es extraño que los hijos de un hombre druida y de una mujer también druida fuesen candidatos seguros a ser también druidas como reza una antigua canción irlandesa: “de entre los druidas sólo pueden surgir reyes u otros druidas”.

Resumiendo, la naturaleza y sus elementos eran piezas claves para esta orden tan misteriosa de sabios que dejaron tras de sí toda una estirpe de costumbres que el mundo actual debería heredar.  ¿Os ha gustado?
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...