La
Navidad… ¿Tenía
Navidad el pueblo celta? ¿Tenían árbol de Navidad? Si tenéis curiosidad por saber la respuesta a
estas preguntas y conocer más sobre ello solo tenéis que leer este artículo.
Deciros que la Navidad es una festividad principalmente cristiana, aunque
muchas costumbres y tradiciones de estas fiestas proceden de la religión pagana practicada por los celtas cuyo contenido
y simbolismo era completamente diferente a la cristiana.
Los celtas celebraban por estas fechas una
fiesta muy particular y de cuyo origen procede la famosa tradición popular de
tener un árbol de Navidad. ¿Qué sería de la Navidad sin ese árbol lleno de
luces mágicas y bolas de colores?
Para los celtas eran muy importantes los
solsticios, dedicándole festividades con un marcado carácter pagano
y cuyo protagonista
principal solía ser por antonomasia la naturaleza. En este caso,
para festejar el inicio del solsticio de invierno celebraban una festividad con
muchos tintes actuales navideños. Esta festividad se denominaba Yule,
cuyo nombre procede
precisamente de los países nórdicos y germanos. Ahora bien, ¿Qué significa Yule?
Yule o Yuletide, también llamada "Festividad de Yalda"
son antiguos términos arcaicos indoeuropeos usados para referirse a fiestas muy antiguas en las que se celebraban los cambios
de la naturaleza. Esos cambios iban en torno a la dualidad Naturaleza - Sol,
como tratándose de una pareja divina dadores y sustentadores de la vida.
Esta festividad es una de las más antiguas y
más difundidas de la tradición celta con origen como decimos en los países nórdicos
y es por ello que no llegó a formar parte del calendario druídico hasta que fue
llevada a territorio celta por los invasores noruegos. De hecho, se sabe que sus inicios se remontan incluso al antiguo Egipto, en el
5000 a.c. (para festejar el nacimiento de Horus, su "rey
sol") y
a la antigua Sumeria (para celebrar el nacimiento del dios Mitra), sufriendo,
como es lógico, numerosos cambios y estando siempre presente a lo largo del
tiempo.
Yule
significa rueda
en anglosajón, como en noruego Iul. El equivalente celta es “cuidheal”.
En galés en cambio este festival era llamado “Luz de invierno”. Evidentemente
este término se refiere a la rueda solar, al Sol como representación divina.
Sin
embargo también hay registros en los que esta festividad era llamada “Alban Arthuan”
en tradiciones druídicas y que vendría a significar algo así como “El solsticio
de la batalla del oso”. Alban
("Solsticio") + arth
("oso") + gwan
( "batalla") siendo este
animal, sagrado para la diosa-madre. De hecho, se sabe que se depositaban
pieles de oso
en las cunas de los recién nacidos como símbolo de la protección del
Oso de la Gran Madre. La fuerza de este animal y su poder eran un símbolo muy
poderoso para los antiguos celtas que llevaban consigo dientes de oso como
amuletos.
En
sus inicios, esta festividad pagana representaba el renacimiento del Rey Roble, el Dios Sol,
el Creador de la Vida, que calentaba la Tierra helada; y la “diosa”,
la Madre
Tierra, que con él cuidaba y guardaba las semillas durante el otoño
y el invierno en sus entrañas esperando el aumento de luz y calor para brotar y
florecer.
Hay
creencias y antiguas tradiciones de origen fundamentalmente celta que designan
al Rey Roble
y el Rey Acebo, como representantes de la fertilidad cortejando a la
Diosa Tierra. La
mitología gaélica establecía que cuando los días eran largos reinaba en la
tierra el dios del cielo (el roble) y cuando eran cortos, el dios de la tierra
y de los muertos (el acebo). En Yule, por ejemplo, el Rey Acebo (Dios del año menguante
representando el invierno) es derrotado por el Rey Roble (Dios del año creciente y
símbolo del verano) en el trono. Por lo tanto Yule no sólo marca la muerte y la
reencarnación del Dios del sol sino que también diferencia las estaciones. Como
veis hay distintas creencias y simbolismos que se entremezclan pero que
simbolizan lo mismo: renacimiento.
Básicamente, esta
festividad, conmemora la reaparición del sol después de la oscura y
fría noche del invierno, pero hasta el momento de su adopción, los celtas esperaban hasta
Ymbolg para festejar el renacimiento del astro rey. Conocido también
como “El
regreso del sol” o “estación oscura” por comprender los días de
mayor intensidad invernal y menor cantidad de luz solar, esta fiesta celta constituye la transición
entre el Samhain y el inicio de la primavera, en Ymbolg o Imbolc. Son
fechas de finalización y comienzo de
etapas además de ser una etapa muy propicia para cualquier tipo de limpieza espiritual.
Esta
celebración, el Yule, corresponde al Solsticio de Invierno, o 21 de diciembre
siendo el día
más corto del año. Esto es así porque se trata del momento en que la
tierra está
más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz. En consecuencia, esta fiesta se asocia al
elemento Tierra aunque predomine el fuego que aquí se usa como
catalizador.
En
Escandinavia, por ejemplo, existía la tradición de celebrar el Yule con bailes
y fiestas donde el fuego era fundamental. También se sacrificaba un cerdo en
honor de Frey, dios del amor y la fertilidad, que según la creencia controlaba
el tiempo y la lluvia.
Se
dice que esta noche (la noche del 21 de diciembre) estaba dedicada al misterio de la
maternidad, dejando presentir esta gran experiencia del renacimiento
del Sol saliendo del abismo del mundo, del seno maternal de todo ser.
Según
la Wicca moderna durante el Yule tiene lugar el alumbramiento del nuevo Dios del Sol, fruto
de la unión de la Diosa Madre y su consorte, el dios Sol. Tras la
muerte del dios Sol, en Samhain , renace el niño Sol, que crecerá y se unirá a
la Diosa en Beltane para fecundar nuevamente la Tierra y morir una vez más con
la última cosecha. Este alumbramiento pone de manifiesto la perfección del
Universo, el equilibrio
existente entre luz y oscuridad. Como deduciréis después de leer
esto, esta fiesta celta está muy relacionada con la fertilidad y el comienzo y
finalización de etapas.
Otros
investigadores más concienzudos afirman que el origen de esta festividad
marcaba una
pausa de 12 días cuyo periodo no está del todo definido pero cuyo
día 21 de diciembre era en todo caso especial para ellos; durante ese tiempo
todo debía detenerse. Era un tiempo sagrado que representaba la sucesión de las
12 lunas, llegando incluso hasta la treceava. Como buena amante de
leyendas y mitologías deciros que la mitología escandinava afirmaba que durante estas
trece lunas era cuando el Wyrd podía cumplirse, cuando el destino
era fijado.
Antes
de esa fecha se
abatía un gran árbol perenne que se mantuviera verde todo el invierno;
aunque se ha demostrado que los celtas preferían el roble por ser su árbol más sagrado.
Para seleccionarlo se atendía a los designios sagrados dictados por los druidas.
Hay
incluso quien afirma en la existencia de diversos rituales, en los que los
druidas plantaban
un enorme tronco de árbol desvistiéndolo de todo follaje hasta quedar como un
inmenso falo y que regaban con el esperma humano de los habitantes
masculinos del poblado. Con este ritual característico se pensaba que la
energía vital de los hombres se entregaba generosamente a la Diosa Madre para
conseguir fructíferas y abundantes cosechas en la primavera. Desgraciadamente no hay indicios
ni pruebas de semejantes ritos.
Sea como fuere, sí se sabe que en
sociedades celtas tardías influenciadas por tradiciones nórdicas, se situaban trozos
de carne al pie de los posibles candidatos a árbol de Yule y unos
observadores vigilaban los cuervos, aves sagradas y cuya elección al
devorar uno u otro trozo de carne designaba el árbol a elegir aunque la mayoría
de las veces se saltaba este ritual para escoger un roble, el árbol preferido de los
celtas, elegido
previamente por el druida jefe del clan. Es más, el druida en la mayoría de las ocasiones era quien se comunicaba con los árboles
para pedirles permiso y saber cuál era el árbol más adecuado, para
luego tallar en él símbolos sagrados referentes al renacimiento, figuras
masculinas y el sol.
Después
de abatir el árbol el cual representaba a Igdrasil
(El árbol del universo) se cortaban sus ramas que eran repartidas entre los
vecinos y que adornaban con ornamentos evocando la luz de la vida y
la fertilidad y abundancia en el mundo (el origen del árbol de Yule). En el
tronco se inscribían los deseos colectivos de la
comunidad, con la certeza que éstos se harían realidad estando gravadas
en su sagrada madera. Y hacia el final de Yule se cortaba y se repartía entre la gente que
lo guardaba durante todo el año y que lo quemaría cada uno en la noche de Yule
del año siguiente. Sus cenizas se guardaban con veneración pues protegía la casa de todo mal, ya que se decía que podían curar
enfermedades proporcionando suerte
y abundancia.
Durante la festividad de Yule era
tradicional quemar
este tronco (casi siempre solía quemarlo la madre de cada clan), en
honor así al nacimiento del nuevo sol y el inicio de la primavera. Era también una época de análisis personal y de
rectificación, para renacer espiritualmente. Todo lo vivido durante
el año es lo que representaba el tronco o leño, y al quemarse simbolizaba el
término de un ciclo y el nacimiento de otro nuevo. De esa tradición proceden los
pasteles en forma de tronco (troncos de chocolate) que hoy en día se
comen en Navidades y en numerosas festividades como ocurre en Francia con el
famoso postre “La bûche de Noël (el tronco de Noel) que no es más que un
pastel con forma de tronco hecho de chocolate y nueces, que para los galos
representa el tronco quemado desde Nochebuena hasta año nuevo como promesa del
nuevo comienzo.
¿A que no lo sabíais?
Como
veis el Yule o “las fiestas de Yule” contiene ritos y significados que poco o nada tienen que
ver con la actual festividad navideña pero en la que podemos distinguir
claramente
el origen del famoso árbol de navidad. No es casualidad que los
celtas, sobre esta época, acostumbraran a adornar los árboles desnudos y cuyas
hojas ya habían caído casi en su totalidad, con guirnaldas y lazos con la firme creencia de que así lo protegían del frío invierno
y lo ayudaban a recobrar fuerzas
para retoñar
en primavera como
símbolo de renacimiento y prosperidad. De aquí nace la tradición de adornar un
árbol navideño con sus luces y guirnaldas.
En
el Yule actual se apagan viejas luces y se encienden otras nuevas para simbolizar el
renacimiento y los buenos deseos para el año próximo, a partir del
tronco de este árbol, que arde la noche del 21 de diciembre desde el atardecer
hasta el alba, a partir de la llama del hogar, rodeada por aquellos seres
queridos más cercanos.
También
existen varias tesis que dicen que, a menudo, en esta festividad de Yule, el
pueblo celta encendía fuegos menores o antorchas
(en la actualidad encendemos velas) por los que se encontraban lejos, sabiendo que
allá donde estuvieran, una llama hermana les respondería bajo el manto gélido
de los cielos. Es más, la costumbre que tenían los celtas de colgar ofrendas
de las ramas del Rey Roble destinadas a
sus dioses paganos y las antorchas que encendían para representar las almas de
sus seres queridos muertos el año anterior, evolucionó en la tradición
navideña de poner
los regalos a los pies del árbol de Navidad y encender sus luces.
¿No os resulta
admirable el simbolismo celta de esta fiesta, antepasado de la Navidad
Cristiana?
En esta festividad muchas
sociedades paganas y movimientos druídicos modernos han rescatado y propuesto
numerosos rituales e incluso comidas específicas para degustar en esta fecha
tan especial en las que predominan las nueces, manzanas y peras o panes y galletas
con nueces. Las bebidas en cambio a proponer suelen ser infusiones de distintas
hierbas, por ejemplo el té de jengibre, supongo que por tener propiedades fundamentalmente
digestivas.
A continuación os pongo un breve resumen del
simbolismo de esta festividad celta tan especial.
SIMBOLISMO DE YULE:
Renacimiento del Sol, La Noche más Larga del Año, Nuevas metas.
SIMBOLOS DE YULE:
Abeto, Roble, Acebo.
HIERBAS DE YULE:
Laurel, Pino, Roble, Salvia.
COMIDAS DE YULE:
Frutas, Nueces, Pavo, Té de jengibre.
INCIENSOS DE YULE:
Pino, Cedro, Canela.
COLORES DE YULE:
Rojo (por la sangre del parto), Verde (por el renacimiento) y Dorado (por el
Dios-Sol)
PIEDRAS DE YULE:
Rubíes, Esmeraldas, Diamantes, Granates.
CLASES DE RITUALES DE YULE:
Paz, Armonía, Amor, Felicidad.
DEIDADES DE YULE:
Diosas: Brighid, Isis, Demeter, Gaea, Diana, La Gran Madre.
Dioses: Apolo, Ra, Odin, Lugh, El Rey Roble, El Hombre Verde, El Niño Divino,
Mabon.
La tradición
católica retomó esta fiesta pagana utilizándola y haciéndola más o menos coincidir con el día del
nacimiento de Jesús, el Mesías, (25 de Diciembre) con la clara intención de asimilar esta
festividad con la suya y erradicar
todo culto pagano.
Seguro que más de uno está
pensando, si los celtas escogían un Roble para adornarlo y adorarlo
¿Por qué
nosotros adornamos un abeto y lo designamos como el árbol de navidad por
excelencia?
Resulta que uno de los
religiosos más activos, hacia el siglo ocho, San Bonifacio (llamado “el apóstol de
Germania”) se encontró con los rituales por estas fechas que realizaban los
paganos alrededor del Roble.
No hace falta decir que los ritos paganos no le hicieron ni pizca de
gracia así que el cristiano se propuso acabar con estos ritos a toda costa. Para ello cortó
el árbol. Y lo que nació en ese mismo lugar fue un Abeto (hay otra versión
que es la más lógica que dice que el
roble al
talarlo cayó sobre un abeto, pero éste quedó milagrosamente intacto).
Como consecuencia, Bonifacio proclamó el abeto como el “árbol del Niño Jesús”.
Así fue como el abeto se convirtió en el árbol de Navidad para contrarrestar
los ritos del roble.
De esta manera, nacieron
poco a poco las costumbres que hoy en día engloban lo que muchos llamamos
Navidad.
¿Qué opináis?
¿Preferís el contenido
cristiano o el significado celta de estas fiestas?