Lapislázuli o lazurita,
una piedra tan misteriosa
y apreciada como mística en todas las etapas de la historia es
llamada la “piedra
de la comunicación”. Se llama así porque permite comunicar las emociones, ideas y pensamientos de
una conciencia superior. Por ello, favorece el cultivo de la belleza física y
espiritual, haciendo que su portador triunfe en todos los aspectos sociales.
La palabra lapis proviene
del latin “lapis”
que significa piedra,
y lazuli
viene de un viejo termino árabe “allazjward” que significa paraíso, cielo o simplemente azul.
Esta gema de color azul
nos ayuda a expresarnos correctamente y a armonizar nuestros pensamientos con las
palabras. Esto es especialmente útil en aquellas personas que por su timidez no
son capaces de hablar como quisieran. También es un buen estabilizador psíquico lo
que nos permite entre otras cosas aprender a discernir entre realidad y fantasía.
Además fomenta la
autoconciencia y amplifica el pensamiento cuando nos sentimos rodeados del caos.
De esta manera puede guiarnos en la toma de decisiones o simplemente en la organización de
ideas o planes. Nos ayuda a tomar consciencia de nuestros verdaderos
problemas y nos da pistas para saber cómo solucionarlos. En consecuencia
favorece las relaciones
de amor y amistad.
Básicamente su fuerza se
concentra para desbloquear
las energías de los chakras, de manera que es especialmente útil
para desbloquear
el tercer ojo y permitirnos desarrollar todas esas capacidades que
llevamos ocultas. Así nos permite desarrollar nuestra intuición y tener una
mayor claridad de pensamiento espiritual.
Esta piedra libera
rápidamente el estrés, trayendo una paz profunda. Es una gema protectora capaz
de contactar con los espíritus guardianes. Reconoce el ataque psíquico,
lo bloquea y devuelve la energía a su fuente. Armoniza pues, los niveles
físico, emocional, mental y espiritual lo que hace al lapislázuli muy útil en
todos los campos.
Su
efecto en el cuerpo:
El
lapislázuli alivia el dolor, especialmente el de las migrañas.
Permite superar la depresión y es benéfico para los sistemas nervioso y respiratorio,
la garganta, la laringe y el tiroides.
Limpia
el estómago, pecho y pulmones. Su acción principal sobre el cuello hace que
pertenezca al Quinto
Chakra, el del cuello. Es pues preferible llevarlo como collar,
aunque se recomienda ponerlo encima del diafragma, en cualquier lugar entre
el esternón y la parte alta de la cabeza.
Cura
la melancolía y es indicada para el tratamiento de las afecciones del bazo.
Quita las verrugas y hace nacer nuevos cabellos en cejas y pestañas. También
ayuda a superar las pérdidas de audición, purifica la sangre y potencia el sistema
inmunológico. Alivia el vértigo y reduce la presión sanguínea.
Útil para tratar las
afecciones de los ojos, mejora la visión nocturna
y la vista en general, por lo que muchas personas usan el
agua lavada con lapislázuli para aplicarla en los ojos mediante un paño.
Historia
y mitología:
En
Babilonia, Ur y el antiguo Egipto, el lapislázuli era muy apreciado. También
era muy usado por las mujeres romanas, persas y chinas como cosmético para
pintarse las cejas.
En
la antigua Sumeria,
la piedra estaba asociada con las deidades en general. Al llevarla el dueño
tendría poder mágico sobre dicha deidad. Para ello se tallaban sellos
cilíndricos (piedras pequeñas y redondas) de esta piedra con imágenes y símbolos de la deidad que se quería dominar.
Los sellos cilíndricos se usaban como "firmas" presionando la piedra
grabada sobre los documentos de arcilla húmeda, y eran apreciados como amuletos y
talismanes.
La
antigua ciudad de Ur ya mantenía un floreciente comercio de lapislázuli en el
cuarto milenio antes de Cristo y aparece en varios pasajes del Libro de los
Muertos como piedra de inscripción. Era una de las piedras que
figuraban en el bíblico “Peto del Juicio” de Aaron (Éxodo: xxviii, 15-30). Los romanos en cambio creían que era un
poderoso afrodisíaco. En la Edad Media, se creía que mantenía los miembros
sanos y liberaba el alma del error, la envidia y el miedo.
Los
hindúes
aseguran que ayuda
a quemar el Karma o el fruto de acciones negativas del ser humano.
También es una piedra protectora, en
especial de los niños. En la India
contemporánea, las cuentas de lapislázuli se ensartan en hilo de oro. Los
niños usan el collar resultante para asegurar la salud, el crecimiento y la protección.
En otras épocas, se colocaba alrededor del cuello de los niños para alejar los
miedos y las fantasías perturbadoras.
El lapislázuli era una piedra sagrada para los egipcios, consagrada a la diosa Isis y solamente portada por los faraones, sacerdotes y la familia real. Tradicionalmente se le ha considerado un símbolo del poder y la realeza, desde la época de los egipcios, que lo han utilizado en abundancia, ya que se pensaba que era la gema de los dioses. Lo empleaban en polvo, para neutralizar el efecto de venenos y curar algunas enfermedades. También la utilizaron en sus templos porque creyeron que era una piedra del cielo (por su color que parece al cielo nocturno con manchitas plateadas que parecen estrellas). Una piedra de lapislázuli era portada por el sumo juez de esta civilización, representando el Ojo de Isis que todo lo ve. Las tumbas egipcias eran abundantes en objetos grabados de lapislázuli, ya que se pensaba que esta gema protegería, guiaría y confortaría al difunto en su viaje a la vida después de la muerte.
Para los egipcios el
escarabajo sagrado representaba la fuerza de la vida a través de la eternidad
para sobreponerse a la experiencia de la muerte física, atributo que también se
le otorgaba al lapislázuli y motivo por el cual tallaban sus escarabajos
sagrados (especialmente el escarabajo alado que situaban sobre el pecho de las
momias para que la persona fallecida alcanzara con mayor facilidad el otro
mundo).
La leyenda dice que los diez mandamientos fueron grabados sobre
lapislázuli, al igual que las escrituras sagradas del Islam.
La Biblia sugiere que el trono de Dios está hecho de este material, mientras
que los primeros cristianos la asimilaron a la Virgen María.
Cuando
se introdujo por primera vez el lapislázuli en Europa, se le llamó ultramarino,
que significa más allá del mar. El lapislázuli molido mezclado con aceite era
el secreto del azul en el ultramarino, el pigmento con el cual los pintores
solían pintar el mar y el cielo hasta el siglo diecinueve.
Era
popular entre los antiguos alquimistas (siendo llamada sapphirus)
los cuales confeccionaban símbolos de llaves en lapislázuli, malaquita o jade
verde como amuletos sanadores y lo recomendaban para los que padecían reumatismo,
artrosis, artritis y ciática.
Es
probable que esta piedra haya estado relacionada y vinculada a la diosa Inanna
(Ishtar), la diosa babilónica del amor. No es casualidad pues, que posteriormente
el lapislázuli se vinculara a la diosa griega Afrodita.
Cuenta
una de las muchas leyendas sobre esta diosa que Ishtar se enamoró del héroe Gilgamesh y
para conquistarlo le prometió un carro de ruedas de oro, adornado de
lapislázuli y oro, y con las astas de la caja de plata y oro.
En
otra leyenda de gran importancia, Inanna desciende al Infierno para liberar de la
muerte a su hermano
amante Tammuz raptado
previamente por la diosa Ereshkigal. Según la leyenda, Inanna llevaba consigo un collar de lapislázuli
que la protegió contra los peligros en su travesía por el Otro Mundo
y le permitió traspasar las siete puertas guardianas en las que iba depositando
cada una de sus pertenencias:
·
En
la primera puerta el demonio guardián obligó a Ishtar a entregar sus sandalias, que los
hombres sabios dicen que simboliza entregar la voluntad.
·
En
la segunda puerta la Diosa tuvo que dejar sus enjoyados brazaletes de los tobillos,
que los hombres sabios dicen que significa entregar el ego.
·
En
la tercera puerta entregó sus ropas, que supone entregar la
propia mente.
·
En
la cuarta entregó los cuencos dorados que cubrían sus pechos, que es
como entregar la actividad sexual.
·
Y
en la quinta puerta entregó su collar de lapislázuli, que supone desprenderse
del éxtasis
de la iluminación.
·
En
la sexta puerta entregó sus pendientes, que significa entregar la
magia.
·
Y
finalmente, en la séptima puerta, entregó su corona de mil pétalos, que es
entregar la divinidad.
Una
vez allí, indefensa fue asesinada por Ereshkigal que colgó el cuerpo de Ishtar
en un clavo. De esta travesía surge la metafórica Danza de los Siete Velos. Con
su muerte, todo el mundo comenzó a languidecer. Pero el fiel Papusukal llegó
hasta los dioses y les pidió que creasen un ser capaz de entrar en el mundo de
los muertos y resucitase a Ishtar con la comida y el agua de la vida. Así es
como Ishtar resucitó. Sin embargo había un precio que pagar: durante seis meses
al año, Tammuz debería vivir en el mundo de los muertos. Mientras él está en el
inframundo, Ishtar ha de lamentar su ausencia; en primavera, en cambio, vuelve
a salir y todos se llenan de gozo. Como veis esta leyenda se parece y mucho al
mito de Deméter y el rapto de su hija Perséfone por el dios Hades.
¿Coincidencia? No lo creo.
Rituales:
Para atraer el amor
espiritual:
Usa un trozo de lapislázuli sin pulir con el borde
afilado. Ahora coge una vela de color rosa. Carga la piedra y la vela rosa con tu
necesidad de amor (El amor en sí propiamente dicho, no en una persona concreta).
Con la punta del lapislázuli graba un corazón en la vela. Colócalo cerca del
candelabro y enciende la vela. Medita y concéntrate en como el amor llega a tu
vida. Deja arder la vela totalmente y lleva el lapislázuli siempre contigo.
Para curar a un amigo:
Sostén un trozo de lapislázuli en la mano y visualiza
a la persona enferma como un ser humano curado, sano y en perfecto estado.
Ahora visualiza como la energía curativa fluye desde el interior de la piedra y
va, aumentada y especificada, a la persona en concreto.
Purificación:
Envuelve esta piedra en un paño de tela azul intenso, déjala a la luz de una vela azul durante una noche y medita un rato concentrado
en la llama sobre todas aquellas impurezas que desea eliminar de tu ser;
imagina que estas impurezas salen de su cuerpo como estelas de humo negro y que
son atraídas y absorbidas por la piedra envuelta. Luego abre el paño y visualiza como emanan de
la piedra vapores blancos , que penetran en tu cuerpo , De ese modo activarás
el poder del lapislázuli para transformar tu oscuridad en luz espiritual.
Meditación:
En el momento de la
meditación, se puede poner sobre la frente, ya que es una piedra que ayuda mucho a la concentración. Reabsorbe la energía acumulada
en esta parte y la enfría.
Ritual para rendir culto a la diosa:
En
un mortero, reducimos a polvo una goma arábiga si la hemos comprado en resina.
Si la hemos comprado líquida, lo más inteligente es reservarla para el
penúltimo paso.
Agregamos
la canela (mejor si la adquirimos en polvo, la canela en rama es horrible para
moler), el anís estrellado, la corteza de sauce y la pimienta. Lo mezclamos y
molemos todo con cuidado, concentrándonos en la finalidad del incienso.
Añadimos en este momento la goma arábiga si es líquida, y finalmente unas gotas
de aceite esencial de sándalo. La mezcla resultante estará mojada por el
aceite, pero esto hará que la resina de la goma arábiga reaccione, “absorbiendo”
el líquido al cabo del tiempo.
Con
todos los ingredientes ya juntos en el mortero, visualizamos que éstos se
llenan de luz amarillenta-blanca, y que esta luz se lleva las impurezas de las
plantas mediante un rayo que baja hacia el suelo. Cuando la luz que estemos
visualizando esté totalmente blanca, sabremos que el incienso ha quedado
purificado. Después, visualizamos una luz blanquiazul que va desde la tierra
hacia el incienso como un rayo de luz, y decimos algo como:
“Yo
te consagrado para el fin al que has de servir,
rendir culto a Ishtar, Inanna, Astarté, Tanit,
estrella del alba, reina de los Dioses,
lucero de la tarde, hija del cielo.
Que así sea”.
Guardamos nuestro incienso en un recipiente junto a la piedra de Lapislázuli. Antes de quemar el incienso en ritual, sacaremos la piedra para no dañarla.
Y eso es todo, como podeis deducir el lapislázuli es una piedra angular muy amada en todas las culturas y civilizaciones y sobre todo muy rica en cualidades y significados.