La Malaquita es
una de las gemas más antiguas utilizada por distintas civilizaciones
y pueblos ancestrales, constituida por carbonato de cobre que se encuentra en
estado natural, y de color verde intenso muy apreciado por la joyería. Suele
tener vetas de diferentes tonalidades verdes que la hacen muy fácil de
identificar a simple vista y le confieren su personalidad. Muchos expertos aseguran que estas vetas
actúan sobre el sistema nervioso como armonizador de desequilibrios
emocionales, mejorando los estados de ánimo.
Su nombre deriva de la palabra griega malakos que
significa “blando” y del término también griego malache que significa
“malva”, aunque su color es verde intenso. Hay otra teoría que afirma que viene
del nombre molochites, término que aludía al color de la malva, planta
medicinal y pavolithos que significa “piedra del pavo real” por la similitud de
su color con las del cuello y la cola del ave. Tambien se le llamaba la piedra
que todos los males quita y de ahí la forma compuesta en su nombre. Mala-quita.
Se le llama la piedra curativa ya que desde
tiempos antiguos ha sido muy venerada por sus propiedades sanadoras, por
ejemplo, en Egipto se utilizaba pulverizada sobre los párpados para tratar los
problemas de visión y alejar el mal de ojo, los romanos la utilizaban como
talismán para protegerse del rayo, las caídas y accidentes; los griegos,
romanos y otras civilizaciones la ataban a los vientres de las embarazadas a
modo de amuleto porque creían controlar y mitigar los vómitos y nauseas
característicos del embarazo, en la edad media se usaba para ahuyentar las
pesadillas y estimular la creatividad.
Los árabes, sin embargo le atribuían a la malaquita un poder talismánico
relacionado con el poder de la persuasión, con ella se creía que se podía
convencer a cualquiera y cumplir así cualquier objetivo. Una leyenda rusa dice
que el que bebe de una copa hecha con malaquita podrá entender el lenguaje de
los animales. Durante el renacimiento se pensaba que tenía efectos calmantes
sobre los dolores, como una especie de anestesia.
En cambio, en otros
pueblos se utilizaba como amuleto contra el mal de ojo y para ahuyentar los
sentimientos de envidia, celos, pesadillas y malos espíritus.
Esta indicada
especialmente como piedra personal para aquellas personas a las que les cuesta
disfrutar, divertirse e incluso sonreír ya que ayuda a fortalecer la esperanza,
la confianza en las propias capacidades y en la expresión de pensamientos y
sentimientos, ya que ayuda a restaurar y fortalecer la confianza en uno mismo.
Durante siglos, esta gema
se convirtió en la favorita entre los reyes y nobles, por la creencia de
que su brillo era el fiel reflejo de la inteligencia de su poseedor y que
favorecía la fortuna. Por ello, gobernantes asirios se hicieron incrustar
piezas de malaquita en sus pectorales, al igual que los sacerdotes en sus
cetros. Incluso los generales romanos se ponían brazaletes o sortijas de
malaquita porque creían que esta piedra les inspiraría las estrategias más
efectivas e idóneas para la victoria.
Esta piedra estuvo asociada desde la antigüedad con la
diosa Juno, en Roma para rendirle honor, sus seguidores solían usar una
malaquita en forma triangular a la altura del pecho que según parecía evitaba
el mal de amor.
A lo largo y ancho del
tiempo, se encuentra una coincidencia en todos los escritos antiguos sobre esta
gema que es su gran capacidad para aliviar cualquier clase de dolor. A
diferencia de otras piedras, la malaquita no emite energía ni frecuencia
alguna, sino que la absorbe, pudiendo así absorber el dolor y energía enferma
de las zonas enfermas. Es por ello que esta gema tiende mucho a sufrir
desgastes y erosiones por su frecuente uso por lo que debe limpiarse colocándola
sobre una drusa de cuarzo blanco después de cada uso.
Además, al contener cobre
es tóxica por lo que se recomienda no utilizarla para elixires bebibles ni
llevarla a la boca en ningún caso y sobre todo usarla en su forma pulida. Esta
es la razón por la que se recomienda siempre antes de utilizarla, lavarla unos
minutos con agua tanto antes como después del uso. Toda precaución es poca. Si cuidamos la malaquita de esta forma,
podremos disfrutar de todos sus beneficios y cualidades. Para utilizarla se debe colocar sobre la zona
concreta a tratar y mantenerla allí durante cinco o diez minutos a diario; es tan eficaz
que puede utilizarse en cualquiera de los chakras aunque su chakra principal es
el del plexo solar. Colocada sobre el plexo solar, la malaquita facilita una
profunda curación emocional y absorbe las energías negativas. Libera
experiencias negativas y viejos traumas, restaurando nuestra esencia además de
estimular los sueños y traer vívidos recuerdos.
Además es muy útil para
tratar la diabetes colocándola en la zona de la cintura o en el bolsillo, alivia
el asma, los calambres incluidos los menstruales, facilita el parto, alivia y
reduce la artritis, fracturas, tumores, páncreas, bazo, nervio óptico, vértigo,
acidez de estomago, potencia el sistema inmunitario, etc…
Su vibración transmite calma, es relajante y sedativa, por lo que llevar un canto rodado de Malaquita a
la hora de dormir, aliviará el insomnio.
También era llamada la
piedra del equilibrio, porque ayuda a canalizar las propias energías y
dirigirlas a un objetivo.
Asimismo favorece los
negocios y se dice que pequeños trozos de malaquita colocados en una esquina o
en un lugar del negocio o una pequeña pieza colocada en la caja registradora
atrae a los clientes. Si se usa durante reuniones de negocios o exhibiciones
comerciales, aumenta su capacidad de obtener buenos acuerdos y ventas.
Esta gema, por tanto,
amplifica tanto las energías positivas como las negativas y protege contra la
radiación de cualquier tipo, limpia y activa los chacras y limpia la
contaminación electromagnética. ¿Cómo? Pues colocando una malaquita (también es muy
efectiva una turmalina negra) cerca del ordenador o cualquier otro aparato que emita radiación como un
móvil, microondas, televisor, ectc, la vibración de esta piedra absorberá las
ondas y limpiará el entorno. También alivia las alteraciones mentales, combate la dislexia y ayuda en
la concentración.
Psicológicamente, es la
piedra de la transformación ya que, gracias a ella, se rompen vínculos no
deseados y patrones antiguos, enseñándonos a asumir responsabilidad por las
propias acciones, pensamientos y sentimientos, desarrolla más empatía hacia los
demás, alivia la timidez, sustenta las amistades y nos ayuda a crecer
espiritualmente.
Facilita la concentración
ya que su densidad absorbe rápidamente la energía. Cuando se desea buscar la
verdadera identidad o se busca la tranquilidad necesaria para manejar las
contradicciones de las fuerzas interiores, es necesario usarla con azurita
o crisocola. ¿Por qué? Porque el efecto de la malaquita se potencia si la
combinamos con otros minerales del cobre con los que guarda afinidad: la
azurita y la crisocola.
Para que esta gema no
pierda su brillo se recomienda limpiarla con unas gotitas de aceite y no
limpiarla con sal puesto que es un mineral extremadamente frágil, se suele
limpiar con una infusión de salvia.
Otro dato interesante,
aquella persona que porte una malaquita y esta se rompa significa que su
portador está en grave peligro así que ya sabéis…estaros atentos a vuestra
gema protectora. Pero ojo, eso no significa que os vaya a pasar algo malo, depende de muchos factores y de la situación por la que estéis pasando. Las gemas por lo general son muy sabias y saben como proteger o avisar a su portador. No conviene tampoco que veáis la rotura como algo exclusivamente negativo porque aún en ese caso se sustituye la malaquita por otra nueva y asunto solucionado.
Como amante de las
leyendas y mitologías os dejo una leyenda muy interesante sobre la malaquita y
que os recomiendo encarecidamente en el siguiente enlace: